Cuando rompes el último límite. Black Mirror 04×06 Museo negro
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Cuando rompes el último límite. Black Mirror 04×06 Museo negro

Argumento

Por el desarrollo del capítulo, este podría haber sido el cierre de la serie, pues acaba haciendo un guiño a todos los capítulos anteriores, enlazándolos en un museo macabro de herramientas para la tortura y el asesinato. De esta forma recoge el argumento general. Mostrando como hilo conductor una última historia que vuelve sobre el tema de la separación de la mente humana, de la conciencia o los sentimientos, y las posibilidades que esto abre. Vemos como lo que podría haber sido un buen avance, deriva enseguida en algo descontrolado pues abre posibilidades para las que el hombre no está preparado. El árbol del conocimiento, de las sensaciones, de las emociones, como en el Edén, tientan cada vez que se nos ponen delante como un torrente de posibilidades por explotar.

¿Dónde está el límite?

No importa dónde esté, HAY QUE ROMPERLO! Esta es la naturaleza humana, no detenerse frente a ninguna barrera, ir siempre más allá. Estamos hechos a imagen de Dios y somos creadores y poderosos, no lo podemos evitar. Esto es lo que la serie, de alguna forma, ha ido transmitiendo. El único límite que puede haber es la propia voluntad de cada ser humano, de ORIENTAR en vez de LIMITAR sus propios actos hacia una evolución moral pareja a la científica dedicada al bien del prójimo, a continuar la obra creadora iniciada por Dios.

Sin embargo, la serie parte del quebrantamiento de la parte moral como la realidad en la que estamos, y desde ahí, vemos lo fácil que es construir un futuro tecnológico lleno de atrocidades, hasta alcanzar la última frontera, la de separar cuerpo y alma y trasplantar esta a otros cuerpos, a otras cárceles para torturarla durante toda la eternidad.

Ya Platón sentía una gran carga con el cuerpo, como la cárcel del alma que le limitaba, que le impedía ser quién de verdad quería ser. También Pablo lo percibe:

«No hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero… Según el hombre interior, me deleito en la ley de Dios; pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros… Con la mente sirvo a la ley de Dios, mas con la carne a la ley del pecado» Rm 7:19-25

Sin embargo la persona es completa y se mantiene en equilibrio gracias a la unión de cuerpo y mente y la tensión entre ambas. Cuando al relacionarnos olvidamos una de las dos dimensiones, entramos en desequilibrio y surgen las complicaciones.

Y hablando de desequilibrio y de espíritus disociados, o en cuerpos que no corresponden, cuando en el Evangelio se habla de endemoniados, se dice que tienen uno o varios espíritus que no corresponden. El endemoniado de Gerasa le contesta a Jesús «Me llamo Legión, porque somos muchos» Mc 5:1-20 poco después Jesús hará un trasplante de espíritus del endemoniado, a una piara de cerdos. El endemoniado es el que está dividido, fragmentado en su interior, sin correspondencia entre cuerpo y mente.

¿Iremos al infierno?

No lo sé, pero construirlo lo vamos construyendo, sin duda. Igual que hay mucha gente dedicada activa y pasivamente a la construcción del reino de Dios. También son muchos los que activa o pasivamente van forjando el infierno tal y como se ve en la serie, y se lo desean a otras personas.

Si estuviera en la mano de la gente enviar a otros al infierno, lo harían como ocurre en la serie: una tortura infinita donde todo sea llanto y rechinar de dientes. Es el hombre, no Dios quien persigue este infierno, quien cree merecerlo o quien se cree en la potestad de condenar a otros a vivirlo. «Si te portas mal irás al infierno» No creo que sea una consecuencia por la bondad de nuestros actos. Sin embargo, con nuestra falta de amor vivimos más o menos inmersos en un infierno y sumergimos a otros en él o los rescatamos. Todo el que sufre el llanto y el rechinar de dientes en vida está de alguna manera inmerso en un pequeño infierno fruto de las imperfecciones propias y ajenas.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me disteis alojamiento; necesité ropa, y me vestisteis; estuve enfermo, y me atendisteis; estuve en la cárcel, y me visitasteis”. Y le contestarán los justos: “Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o falto de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?” El Rey les responderá: “Os aseguro que todo lo que hicisteis por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, por mí lo hicisteis”. Mt 5:35-45

En nuestras manos está y ha estado siempre la opción de construir el reino de Dios, o bien de construir el infierno. ¿Por qué no elegir bien si somos tan libres e inteligentes?

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