Etiqueta: Una vida a lo grande

  • Tenía que haber pensado primero en mí

    Tenía que haber pensado primero en mí

    Una vez más, la película pone en boca de los personajes cosas que igual uno piensa pero no se atrevería a decir porque son políticamente incorrectas. O tal vez ya no tanto, y la cultura está cambiando en la dirección de aceptar socialmente que la persona haya de pensar primero en sí misma.

    Audrey se enfrenta a una serie de renuncias, como las de Paul, pero al verse sola en la sala de preparación y despojada de todo hasta del pelo, prefiere no dejar más cosas atrás y cambiarlo todo por una sola: elije dejar a Paul que aparentemente era con quien no era feliz. No importan sus sentimientos, sus renuncias, lo que él piense. Hay que optar por el «mal menor» y le deja.

    Esta pérdida se suma a las renuncias que Paul había hecho para hacerse pequeño. Ahora, no solo se ha hecho físicamente pequeño, sino que como persona, lo ha dejado todo atrás, lo ha perdido todo

    ¿Por quién lo dejarías todo?

    Paul lo dejó por su mujer, por hacerla feliz, por sentirse mejor consigo mismo, por salvar el planeta. Y cuando decides dejarlo todo, es una apuesta que ha de asumirse con todas las consecuencias. En este caso, al dejarle su mujer, todo lo demás deja de tener sentido, todo su mundo se cae.

    ¿Alguna vez te has sentido pequeño y abandonado?

    Jesús ante eso está preparado para recordarnos:

    Os aseguro que estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo

    Mateo 28:20

    No importa lo que pase, ni cómo salgan los planes, ni si nos va bien en la vida o si lo perdemos todo. La fidelidad de Dios es siempre infinita e incondicional, porque nunca piensa en sí mismo, su amor por cada uno de nosotros es totalmente desinteresado.

  • Juntos ya no somos felices

    Juntos ya no somos felices

    Poco a poco se va viendo, el vínculo que une a Paul y a Audrey está debilitado. Se quieren, pero algo no termina de estar claro.

    Finalmente se deciden a hacerse pequeños, seducidos por el cambio de vida hacia el lujo y el confort, poder vivir sin trabajar con el dinero acumulado hasta entonces que aumenta de valor al reducir ellos su tamaño.

    Para el proceso de reducción han de dejarlo todo atrás, venderlo todo para convertirlo en efectivo y conservar solo algunos recuerdos que les harán llegar a su nueva casa de pequeños. Entre los recuerdos están las alianzas de matrimonio, que no pueden llevar durante el proceso de reducción.

    Así que entran a las salas de preparación ya separados, sin alianza, toda una metáfora. Una separación física que no hará sino poner de manifiesto la separación que ya habían hecho por dentro.

    Recorren el primer túnel de la película, un pasillo luminoso y atractivo, pero con una pared al fondo como si no tuviera salida.

    ¿Qué hay al final del túnel? ¿qué esperas encontrar?

    Los caminos que hemos recorriendo en nuestra vida, ¿fueron caminos cortados o tuvieron luz al final?

    Cuando decides hacer algún cambio, dejar algo atrás ¿añoras algo? ¿qué echas de menos?

    Jesús sigue animándonos a hacer cambios radicales también:

    Vende todo lo que tienes y dáselo a los pobres, tendrás un tesoro en el cielo. Luego ven y sígueme.

    Marcos 18:17-38

    Una vez más, los protagonistas están haciendo algo parecido a lo que decía Jesús. Antes de emprender este camino hacia la reducción, lo vendieron todo, incluso por debajo de su precio a un señor que parecía no tener mucho dinero que ofrecer. Pero para quedarse ellos con el dinero y para seguir un camino diferente al de la entrega.

  • Necesitábamos un cambio

    Necesitábamos un cambio

    Poco a poco, los amigos de Paul le van convenciendo de que lo de hacerse pequeño es el cambio que necesita. Especialmente su amigo Dave que se hizo pequeño hace algún tiempo.

    Se mezclan las motivaciones de todo tipo: Salvar el planeta, hacer feliz a su mujer, tener más dinero, salir de una vida vulgar… Su amigo Dave es más directo: «La reducción sirve para salvarte a ti mismo». Hay gente que tiene claras sus motivaciones y no le da reparo confesarlas aunque resulten un poco egoístas. Muchas veces esto es lo que nos mueve, pero nos lo ocultamos incluso a nosotros mismos.

    La solución se plantea como muy sencilla, sin esfuerzo, dar a un botón y empezar de cero, para iniciar el camino de la felicidad. Toda una metáfora de la forma en que nos vendemos los productos: fácil, sencillo, sin compromiso y que te cambia la vida. Son las palabras mágicas que seducen a cualquiera, y que dan por hecho que nuestra vida no merece la pena, que vivirla es insoportable y que no somos capaces de resolver ninguna situación compleja.

    Y ya que hablamos de la solución del informático: reiniciar y reinstalar: ¿Qué aplicaciones quieres volver a instalar después del reinicio?

    Si no se ha dado un verdadero cambio, probablemente volveremos a buscar lo mismo que teníamos, lo mismo que nos llevó a la infelicidad, porque el problema estaba en otro sitio.

    ¿En quién estás pensando a la hora de tomar tus decisiones?

    El mensaje de Jesús también habla de reiniciar:

    Quien no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios

    Juan 3:1-13

    Se lo dice a Nicodemo, un hombre mayor y bien formado. Parece que le sugiere que deje atrás todos sus logros, su sabiduría, su experiencia, su prestigio, porque son una carga que no le deja avanzar por el verdadero camino de la felicidad, no el del césped artificial en un centro de ocio.

  • Eres lo que tienes

    Eres lo que tienes

    La película continúa y nos presenta la vida del protagonista: Paul Safraneck, interpretado por Matt Damon. Un americano de clase media que vive con su mujer en la casa de su madre para cuidarla. Es una persona abnegada y servicial, quizá por opción o quizá por las circunstancias. Eso lo tendrá que ir descubriendo él a lo largo de la película.

    Comenzó la carrera de medicina pero la dejó para cuidar de su madre con fibromialgia. Finalmente trabaja en una empresa cárnica en el departamento de terapia ocupacional, cuidando la salud de los trabajadores.

    Mientras, sus amigos ocupan puestos de mayor prestigio y remuneración y tanto él como su mujer se sienten señalados o mediocres en su círculo habitual de relaciones.

    Esta presión social les hace sentirse infelices y buscar un cambio. La felicidad se convierte en algo del futuro, que se alcanza haciendo determinadas cosas, y con un poco de marketing, Paul se deja cautivar por lo que cree que será mejor para contentar a su mujer y poder ofrecerle lo que piensa que le hará feliz.

    Y tú, ¿te sientes pequeño al lado de los demás?
    ¿crees que vales menos, que tu vida es mediocre?

    Los carteles anuncian la puerta de la felicidad. Algo que has de hacer o pasar, en este caso someterte a la reducción física, para conservar tus bienes y que aumente su valor relativo.

    ¿Qué puertas has cruzado que ya no te permiten volver atrás? ¿qué has ganado y qué has perdido?
    ¿Cómo ha cambiado tu vida? ¿alguna te ha dado la felicidad?

    Es curioso, pero Jesús también habla de puertas. Dice:

    Yo soy la puerta: el que entre por esta puerta, se salvará

    Juan 18:1-10

    La promesa de Jesús es también muy ambiciosa, pero igual su comercial no ha conseguido ofrecer un producto tan bueno, porque son muy pocos los que eligen la puerta de Jesús. Quizá no sentimos que nos tengamos que salvar de nada.

  • El hombre es un peligro para la humanidad

    El hombre es un peligro para la humanidad

    La película «Una vida a lo grade» (Downsizing) de Alexander Payne comienza con esta tesis, bastante real en nuestros días: producimos demasiados desperdicios, consumimos demasiados recursos, la Tierra se nos queda pequeña. La solución, ya que no podemos reducir nuestro consumismo, reduzcámonos físicamente, para tener más margen de crecimiento.

    A priori es una gran idea. No exige ningún cambio por nuestra parte, y nos abre a un nuevo horizonte de consumo.

    Pero ¿realmente podemos cambiar el tamaño de los problemas?

    Mientras a gran escala se habla de cuidar el planeta, a pequeña escala, las personas se siguen planteando sus dolores y sufrimientos, a veces, incluso de forma egoísta

    ¿por qué he de pensar en los problemas de otras personas si yo ya tengo los míos? ¿Dónde está nuestra atención?

    Jesús nos dice:

    Venid a mí los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré

    (Mateo 11:28-30)