He cometido un error
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He cometido un error

Ya en el mundo de los pequeños, «Ociolandia» se va integrando en la nueva realidad. Empieza en la gran mansión que habían comprado, pero al llegar el divorcio y la separación de los bienes, desciende en la clase social de este nuevo mundo, hasta volver a ocupar el puesto mediocre que tenía en el mundo de los grandes.

Y al encontrarse con su amigo Dave, esa mediocridad queda de nuevo de manifiesto. Aún así, al ser la única persona conocida en este mundo, no renuncia a conservar la relación.

Conocerá también a su nuevo vecino Dusan. Digamos que es un hombre de negocios. Negocios de dudosa honestidad entre el mundo de los grandes y el de los pequeños. Es una persona amable, accesible y cercana, que no concibe que esté mal lo que hace, simplemente se ha adaptado a un mundo de caraduras en el que para sobrevivir has de ser uno de ellos.

Paul se da cuenta de que la decisión de hacerse pequeño ha sido un error, que la felicidad que buscaba no se alcanzaba de esta forma y, a falta de un buen acompañante, se apoya en estos dos conocidos de Ociolandia.

¿Con quién compartes tus fallos, tus dudas, tus intuiciones, tus proyectos?

Curiosamente, estos dos personajes en los que se apoya, le humillan abiertamente, le hacen sentir precisamente mediocre. Muchas veces, aquellos en los que nos apoyamos son los que nos hacen más daño, pero no somos capaces de apartarnos de ellos puesto que nos refuerzan en la única identidad que conocemos de nosotros mismos.

¿Te sientes pequeño y humillado ante los demás ?

Quizá los referentes para conocerte a ti mismo son los que te lanzan mensajes equivocados sobre tu valía, o quizá te comparas con la persona equivocada.

San Pablo, también sufrió en su vida la humillación, la burla, el desprecio, tanto físico como psicológico. Sin embargo, su referencia le hacía inquebrantable. Lo importante no es que encontremos a gente que no nos rechace, lo importante es que sepamos en quién tenemos puestos los cimientos. Por eso Pablo puede decir:

Padezco estos sufrimientos, pero no me avergüenzo, porque sé en quién he creído

2Tim 1:3-18

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